DÍAS DE LA NOVENA
NOVENA A MARÍA
AUXILIADORA
PRIMER DÍA
Por
la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
¡Oh
María Auxiliadora, vengo a postrarme humildemente a tus plantas, para
tributarte mi homenaje de amor y gratitud! Indigno soy de recibir nuevos
favores de tu mano amorosísima, pues no he correspondido a las innumerables
gracias que me has dispensado a cada paso.
Olvidando
mi ingratitud y no pensando más que en tu amor y benignidad, vengo a implorar
nuevamente tus auxilios.
Concédeme
la gracia que deseo..., si no es contraria a la Voluntad de Dios. No me
desampares, Madre mía, robustece mi voluntad para que no me aparte del
verdadero camino de la virtud; ilumina mi entendimiento para que comprenda
cuánto me amas, y santifícame para que logre, mediante tu valiosísimo socorro,
alabarte por toda la eternidad. Así sea.
ORACIÓN PARA PEDIR LA HUMILDAD
¡Oh
Soberana Señora del Cielo y poderosa Auxiliadora de los cristianos!, por
aquella profundísima humildad con que fuiste a servir a Santa Isabel siendo ya,
realmente, Madre de Dios, ayúdame a copiar y grabar en mi alma tan bella virtud
y a conseguir de tu Divino Hijo la gracia que te pido...
Las
culpas que he cometido, mis infidelidades y malas tendencias, la incertidumbre
de perseverar en la amistad de Dios, no son, por desgracia, suficientes motivos
para inspirarme un bajo concepto de mí mismo; pero Tú ayúdame, oh Madre, y haz
que siendo pospuesto, no me resienta; olvidado, me goce; alabado, no me ensoberbezca;
a fin de que pueda obtener lo que te imploro, representarte dignamente en la
tierra y ser tu corona en el Cielo. Amén.
Padre
Nuestro, Ave María y Gloria.
ORACIÓN FINAL
¡Dios
te salve Reina, Madre de misericordia y auxilio de los cristianos! Pobre hijo
de Eva, a quién me dirigiré en este valle de llanto sino a Tí que eres vida,
dulzura y esperanza nuestra! A Tí se eleva mi grito: A TI CLAMAMOS!, a tus pies
deposito el peso de mis afanes: A TI SUSPIRAMOS!...
Ea,
pues, Señora, manifiéstate como lo fuiste siempre, poderosa Abogada: inclina
tus ojos maternales sobre mí que te amo tanto, ¡Oh Madre!, hoy más que nunca
necesito de tu misericordia y de tu santo auxilio...! ¡Ah! vuelve hacia mí esos
ojos tan misericordiosos y quedaré contento...
Es
verdad, yo soy culpable, pero Tú eres Santa: ¡Oh CLEMENTE! Yo soy ingrato, pero
Tú eres buena! ¡OH PIADOSA! Yo soy rebelde, pero Tú eres dulce!
¡Oh
DULCE VIRGEN MARIA! No mires mis culpas y pecados y acuérdate sólo de tu
bondad: ¡MUESTRATE QUE ERES MADRE! Yo me abandono y entrego a Tí como un niño
se abandona confiado en los brazos de su madre.
V. María,
Auxilio de los Cristianos
R. Ruega
por nosotros
En
el nombre del Padre,...
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